jueves, 1 de julio de 2021

La magia del verbo o el poder de las letras

Este texto me lo regaló mi madre hace muchos años, una hoja suelta que guardaba en el archivador y desempolvo en estos momentos. 

Evangelio de San Juan

En el principio era el verbo y el verbo era Dios.

Existe una leyenda que afirma que hubo un tiempo en el que el hombre poseía una palabra mágica que, al pronunciarlo adquiría el poder de realizar fenómenos maravillosos, hacerse invisible, obtener una alfombra para transportarse a lugares lejanos, otorgar la salud, multiplicar sus fuerzas, conocer lo oculto y lo manifestado, y obtener todo lo que desea su corazón, pero el nombre de hoy, olvido la manera de producir esa palabra, desde el momento en que su codicia Luis olvidarse del buen uso que tal poder le concedía.



Esta palabra se llama hoy LA PALABRA PERDIDA

Sin embargo, existen hasta hoy seres humanos que dominan las serpientes, que curan enfermos, ayudan a los desanimados. Esto nos demuestra que el cuento de las Mil y una noches era una verdad. Hoy nos  detenemos a mirar la letra número 20,  la R, que simboliza la resurrección después de la transmutación, el despertar del espíritu. Representa la claridad que ilumina cada ser. 

La vocalización de la R con las demás vocales produce en el hombre ciertas energías, despierta ciertas facultades latentes. 

RA: Es el llamado el padre 
RE: Genera entusiasmo.
RI:  Docilidad. 
RO: Intuición 
RU: Penetración Psíquica. 

La pose de la forma R de tener sobre el pie izquierdo y la mano derecha en forma de triángulo sobre la cintura y el pie derecho y formando un ángulo.
 
Aspirar retener y exhalar vocalizando RA, RE, RI, RO, RU

En magia genera el poder taumatúrgico, o la acción inmediata de la voluntad sobre los cuerpos, o la acción invisiblemente ejercida.

El mago ejerce su voluntad positiva. Beneficia sobre los demás voluntades inteligencia respectivamente, o en un tiempo determinado y es capaz de resoluciones y y paralizar las más violentas pasiones; pero este poder es adquirido porque a él no le importa la estabilidad de su fortuna o su estabilidad, está siempre erguido ante el dolor y el placer. 

Está convencido de que Dios acciona en sus obras y que dispone igualmente de la omnipotencia divina. El mago que ha llegado a no ambicionar nada y a no tener nada es el dueño de todo y cuando dice yo quiero es el mismo Dios quien quiere. 

Nada resisten los dos mundos visibles e invisibles a una voluntad razonable y libre pues todo cuanto ordena se realiza.