La última noche de todos los hijos de Gloria Pardo
De la Mano tu y yo
jueves, 12 de diciembre de 2024
lunes, 19 de agosto de 2024
Los 50 años de Adriana y la casa de Interlaken
El cumpleaños de la prima Adriana fue la excusa perfecta para que esa primera generación de primos decidiera viajar a Panamá y celebrar juntos sus 50 años de vida. Dos semanas después, los recuerdos del viaje resuenan en mi memoria, evocando aquellos primeros años donde la casa de la abuela materna fue testigo de nuestras travesuras infantiles.
La casa de Interlaken era tan grande que, cuando la vendieron, su terreno se convirtió en una clínica. Nunca entré en esa nueva edificación; preferí quedarme con los recuerdos del jardín interior que los sábados regábamos mi hermano mayor y yo, bajo la supervisión de la abuela Inés. Desmalezábamos las diferentes plantas, recorriendo ese verde que nos llevaba hasta un "Rincón Santo", así llamado por el tío mayor, quizá porque en esa biblioteca nos esperaban más de 500 escritores de todo el mundo.
Regreso a esos sábados con la abuela. Cada nieto que llegaba debía ayudar no solo con el riego de las matas, sino también a recoger los aguacates que caían del árbol vecino, para luego ser parte de alguna de nuestras comidas familiares.
En la puerta del jardín estaba el acuario con peces de colores vivos como el naranja y el azul, junto a la famosa “cucha” de color café que ayudaba a limpiar el vidrio. Sabíamos que el primer sábado de cada mes debíamos disponer nuestro tiempo para dejarlo como un espejo, como decía la abuela, la casa de los peces que nos acompañaban.
Primera comunión de Tutu y Oscar con los primos Carlos, Adriana y Pablo Andrés
Éramos tan pequeños que para realizar esa tarea traíamos una butaca, y con una red verde sacábamos uno por uno a los peces, con la mayor delicadeza, conscientes de que sus vidas estaban en nuestras manos. Cualquier descuido podría ser fatal.
Al final, todo era una fiesta. Con el acuario limpio, la manguera tomaba vida propia y terminábamos empapados, corriendo por las lajas del gran jardín, mientras más de cinco primos disfrutábamos de la grandeza de la casa de Interlaken. Así eran las mañanas de los sábados.
El almuerzo se servía en el comedor principal, con sus 12 puestos ocupados por los tíos, abuelos e invitados que nunca faltaban. A nosotros, generalmente, nos tocaba en la cocina, un espacio más grande que muchos apartamentos actuales. Todos subidos en el gran mesón, comíamos en gavilla, reíamos de las travesuras del día y nos preparábamos para las tareas que la abuela nos tenía dispuestas para la tarde.
Si le preguntaran a los primeros 20 nietos quién no tuvo que lavar las más de 2,000 miniaturas de la abuela que reposaban en vitrinas de cristal, todos responderíamos al unísono que sí nos tocó, y con crema de cobre debíamos dejar como espejos las figuras de bronce que adornaban el bar y las dos salas, especialmente. Esa era la tarea de las tardes, supervisada por la abuela, quien a veces nos contaba las historias de Scheherazade en "Las mil y una noches".
Eran tiempos en los que solo había un televisor y, como mucho, tres canales. La democracia para decidir qué ver la ejercían los mayores, y nosotros éramos meros espectadores de las diferentes series. Aunque los sábados por la mañana, antes de levantarnos, podíamos ver nuestra seguidilla de programas como "Grandes Héroes de la Biblia", "Pequeños Gigantes" y "Los Súper Amigos".
El abuelo nunca veía televisión de frente. Se acostaba en un sofá con cojines blancos, dándole la espalda a la pantalla, que ya mostraba colores pálidos. A través de un espejo ovalado con un marco estilo Luis XV, miraba las noticias, o quizás contemplaba a la abuela, que se sentaba en la reclinomatic. Nadie podía hablar en esos momentos, solo escuchar, incluso sus propios hijos. Era el momento de enterarnos de la realidad nacional, para luego comentar las noticias durante los comerciales.
El alboroto de los nietos nunca fue un problema; uno a uno nos íbamos a otros espacios, como el jardín exterior para jugar con el balón, o al patio donde se secaba la ropa. En una ocasión, en uno de esos cuartos que servían de bodega para los colchones del almacén de muebles "La Gloria y la Feria del Mueble", imaginamos que era una gran piscina. Al final, salimos tiznados de esa pileta de espumas donde el plástico protegía los colchones de 140 x 190.
Parte del jardín exterior de la casa de Interlaken
En cada ola de ese mar del Pacífico, recordábamos anécdotas. Eran tiempos en los que el vestuario de todos los tíos estaba a nuestra disposición, incluyendo los trajes de gala plisados guardados en medias de mujer, que también formaban parte de nuestras tardes o noches de presentación familiar.
La hermana de la abuela era actriz de televisión; la bisabuela, trapecista en el circo de Atalaye; y la abuela fue cantante antes de emprender la titánica tarea de traer 10 hijos al mundo. Los tíos eran todos aventureros, sin importar el género, lo que explica que las mujeres de la familia tengan ese sello de libertad en su ADN.
En fechas especiales como cumpleaños o novenas, los primos nos reuníamos para emular a los tíos. Los dos mayores representaban al dueto Los Tolimenses; las hermanas cantaban magistralmente las canciones de la época; y nosotros actuábamos, primero con las obras de la tía abuela Sofía, y luego, con pura espontaneidad.
Así fueron sumándose los nuevos primos, y aunque se podía actuar en bloque, las camadas por edad iban perfeccionando el arte del histrionismo en nuevas propuestas que siempre captaban la atención de los mayores, cuyo aplauso alimentaba nuestro ego.
En el centro de la casa había un lago artificial de 6 x 6 metros y 30 centímetros de profundidad, con dos pequeñas islas para los rosales del abuelo, un hongo-lámpara y siete enanos. Solo a finales de año se vaciaba para construir el pesebre, otra fiesta de integración inolvidable para quienes tuvimos la oportunidad de construir los barrios de Belén o el establo donde nacería Jesús.
El abuelo había plantado un rosal en el jardín exterior, al lado de la ventana del cuarto de las tías. "Sus espinas no las dejarán salir a los bailes", decía Cirineo, pero ellas, con la destreza heredada de la bisabuela, eran como contorsionistas: salían y entraban por esa ventana sin dejar rastro de las espinas, salvo el olor de las rosas en primavera.
Lo curioso de los rosales del lago es que, tras la muerte del abuelo el 4 de diciembre de 1979, las rosas rojas parecieron desaparecer, como si las hubieran colocado en las coronas que acompañaron su cuerpo, pues nunca volvieron a florecer. Aunque el abuelo no era muy aficionado a regar los rosales, sabía que su jardín mayor, nutrido desde el amor, siempre daba buenos frutos.
La casa de Interlaken permanecerá siempre en mi memoria. Mi madre, Gloria, la viuda rebelde, sabía que salir a divertirse con sus compañeros luego implicaría un sermón como el de las Siete Palabras. Un espejo estratégicamente ubicado en el corredor nos permitía apreciar las charlas entre el abuelo, la abuela y mi mamá. Y cuando hacíamos alboroto junto con las tías menores, el abuelo levantaba la mirada y todos corríamos despavoridos a los cuartos.
Fueron tantas las anécdotas contadas por los siete miembros de la tercera generación reunidos en Panamá que el cumpleaños de Adriana se convirtió en la excusa perfecta para divertirnos, recordar a los abuelos, a los tíos y a los demás primos, con la promesa de seguir aventurándonos, sumando a otros primos; contemplando el mar y trayendo a la memoria nuevas historias de nuestras aventuras en Interlaken. Porque siempre habrá olas, y en la frágil memoria encontraremos nuevos recuerdos que nos permitirán reafirmar que somos parte de la fuerza de una familia, los Pardo.
jueves, 1 de julio de 2021
La magia del verbo o el poder de las letras
Este texto me lo regaló mi madre hace muchos años, una hoja suelta que guardaba en el archivador y desempolvo en estos momentos.
Evangelio de San Juan
En el principio era el verbo y el verbo era Dios.
Se dice que, en tiempos antiguos, existió una palabra mágica que otorgaba al hombre poderes extraordinarios. Al pronunciarla, podía realizar prodigios: volverse invisible, obtener una alfombra voladora para viajar a lugares distantes, sanar enfermedades, multiplicar sus fuerzas, descubrir lo oculto y conseguir todo aquello que deseaba su corazón. Sin embargo, con el paso del tiempo, el hombre olvidó cómo invocar esa palabra. La codicia lo llevó a olvidar el propósito noble de aquel don, perdiendo así la conexión con ese poder ancestral.
martes, 17 de septiembre de 2019
Informe gestión 2018
Estas además pueden ser consultadas en la página oficial de nuestra fundación www.delamanotuyyo.com
Agradecemos de antemano la lectura de los mismos
miércoles, 20 de febrero de 2019
La magia de mi madre
Me han hecho dos preguntas sobre el tema. La primera de ellas es si la mujer gestarte decide abortar que ocurre con ese laso? Desde mi experiencia se rompe el ciclo de encuentros entre unos y otros en mundos paralelos y vidas futuras. Recordemos que al decidir a dónde llegaremos le corresponde a ese ser de luz antes de la gestación, y lo hace de manera consciente porque determinó un nuevo inicio, una nueva oscilación del péndulo con otro punto diferente de vértice.
Ahora para la mujer, especialmente esta decisión desde lo espiritual trae nefastas consecuencias porque dependiendo del desarrollo de su vida presente pueden devolverla en estado consciente universal a su primera vida de iniciar nuevamente con el aprendizaje, es un borrón y cuenta nueva, repasando sin estado consciente de lo vivido en las anteriores llegadas a la tierra.
Clelia Rojas dice Cómo puede uno mantener ese contacto con nuestras madres fallecidas? No quiero sentir que sigue viva en mi... quiero aprender a contactarme con ella. Se puede?
miércoles, 25 de abril de 2018
Perfil Oscar Viña Pardo
Descubriendo a Oscar Viña Pardo: Comunicador Social y CEO de Lunarvi SAS y presidente de la Fundación de la Mano tu y yo
Oscar Viña Pardo, reconocido comunicador social periodista y líder empresarial, ha dejado una profunda huella en el campo de la comunicación y la innovación en Colombia. Hijo de los fundadores de Lunarvi SAS, una empresa que ha prosperado durante más de cinco décadas bajo la dirección de su familia, Oscar ha llevado su legado a nuevas alturas.
Graduado de la Universidad Externado de Colombia con una licenciatura en Comunicación Social, Oscar también obtuvo una especialización en Administración de la Universidad de los Andes. Su búsqueda constante de conocimiento lo llevó a completar un diplomado en Alta Dirección de Empresas Exportadoras del sector Audiovisual en la Universidad Externado de Colombia en 2011, y más recientemente, en 2021, se especializó en gamificación a través de una academia privada.
La creatividad y la innovación son sellos distintivos de la carrera de Oscar Viña Pardo. Ha colaborado con equipos interdisciplinarios en la creación de varios proyectos significativos, entre ellos:
Piensa en Ti: Este proyecto se centra en fortalecer los derechos y deberes en salud sexual y reproductiva, con un enfoque especial en la prevención de embarazos a temprana edad.
123xmi: Dirigido a la primera infancia, este proyecto fortalece el vínculo entre padres, madres e hijos a través de talleres basados en la educación entretenida, revolucionando los patrones de crianza.
Contamos Contigo: Este proyecto se enfoca en la prevención del consumo de sustancias psicoactivas, como el alcohol y el tabaco, utilizando la realidad virtual y aplicaciones móviles, respaldado por la teoría del cambio y adaptado a las realidades culturales de diferentes regiones.
Además de sus proyectos innovadores, Oscar Viña Pardo es un entusiasta de los juegos de mesa y desarrolló "Batallando contra el virus 2020", un juego que promueve estilos de vida saludables y factores protectores contra el COVID-19. También ha trabajado en la prevención del matoneo escolar, promoción de la ciudadanía responsable y la seguridad vial.
En 2009, creó el juego "Multimillonario Lunarvi", una construcción de memoria histórica que promueve el turismo y la vida cotidiana en las regiones de Colombia, disponible en 13 países, 32 departamentos y 8 ciudades capitales del país.
Oscar Viña Pardo también ha incursionado en la literatura con su libro "Recuerda que Nada es personal", una obra sobre el autoperdón publicada por Editorial Lunarvi en 2023. Además, ha contribuido al campo de la salud con el proyecto "Entornos Saludables", que incluye 70 videos sobre temas de salud.
A lo largo de su carrera, Oscar ha trabajado tanto en el sector público como en el privado, y actualmente lidera Lunarvi SAS como CEO durante los últimos siete años. También se destaca como presidente de la Fundación de la Mano Tu y Yo y como director administrativo del portal de noticias "El Cronista.co".
Además, ha aportado al desarrollo comunitario como "Comunicador para el Desarrollo" en el proyecto "Rural Communities (Women Leaders in Particular) as Development Promoters in Areas Vulnerable to Violence Through Communication Strategies in the Peace Agreement Implementation", en colaboración con la Organización Internacional para las Migraciones y el Fondo Colombia en Paz.
Oscar Viña Pardo también ha compartido su conocimiento como profesor universitario en instituciones de educación superior como la Universidad del Tolima, la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD), y en instituciones privadas como Santo Tomás, CUN e Ibagué, en convenio con la ANDI seccional Tolima. Su pasión por la comunicación y la innovación continúa siendo una fuente de inspiración en el campo educativo y empresarial.
Miembros fundadores de De la Mano Tu y Yo
A continuación los miembros fundadores de la Fundación Lunarvi hoy fundación de la Mano Tu y Yo.